Cali, junio 25 de 2025. Actualizado: martes, junio 24, 2025 23:42

El nuevo duelo silencioso

¿Cómo estamos llorando vínculos que nunca se rompieron del todo?

¿Cómo estamos llorando vínculos que nunca se rompieron del todo?
Foto: IA
miércoles 25 de junio, 2025

No hubo pelea. No hubo gritos. No hubo un “hasta aquí llegamos”. Pero algo se rompió. O se apagó.

Y aunque nadie lo dijo, lo supiste: esa amistad ya no es la misma. Ese amor se deshiló.

Esa conexión se perdió sin ceremonia de despedida. Es el duelo moderno más común: el que se vive sin cierre, sin explicaciones, sin permiso para llorarlo.

Hoy, muchas personas viven lo que la psicología llama “duelos ambiguos”: pérdidas que no son totales ni claras, que dejan una herida abierta porque no hay un final real que permita comenzar el proceso de sanación.

Relaciones que se enfrían sin explicación. Personas que se alejan sin motivo. Vínculos que se desvanecen en el tiempo y dejan un vacío difícil de nombrar.

Esto se ha vuelto más común en una era de sobreconexión digital pero de vínculos frágiles y desechables.

El “ghosting” (desaparecer sin aviso), el distanciamiento emocional o la desconexión gradual son formas silenciosas de terminar relaciones que, aunque no son violentas, son profundamente dolorosas.

Una pérdida suspendida

¿Y por qué duelen tanto? Porque no hay palabras, no hay cierre, no hay duelo formal.

Y entonces no se puede procesar la pérdida. Se queda suspendida.

Estos duelos sin entierro afectan profundamente la salud emocional.

Quienes los viven pueden sentir culpa, ansiedad, inseguridad o confusión.

Porque cuando no se sabe por qué algo terminó, la mente tiende a llenar los vacíos con autoacusaciones.

En muchas culturas, los ritos de cierre son esenciales. Nos permiten decir adiós, comprender el final y reconstruirnos.

Pero en el mundo moderno, los vínculos se diluyen sin procesarlos, y eso crea una acumulación invisible de duelos no resueltos.

¿Cómo sanar una relación que no se rompió oficialmente, pero ya no existe?

Acepta lo que ya no está, aunque no haya sido claro.

Escribe una carta de despedida, aunque no la envíes.

Habla de lo que perdiste, aunque el otro no lo reconozca.

Crea tu propio rito de cierre: una caminata, una vela, una canción.

Porque no todo lo que termina hace ruido. A veces, lo que más nos rompe es lo que se va en silencio.


¿Cómo estamos llorando vínculos que nunca se rompieron del todo?

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