Cali, julio 1 de 2025. Actualizado: martes, julio 1, 2025 17:46
Lo que nadie te cuenta sobre la confusión más íntima del cuerpo femenino
¿Excitación o ganas de orinar?
¿Alguna vez sentiste que justo cuando estabas empezando a excitarte… te dieron ganas de hacer chichi? ¿O que, durante los juegos previos, tu mente se distraía preguntándose si en realidad tenías la vejiga llena?
No estás sola. Lo que muchas mujeres experimentan en silencio —creyendo que es raro o incluso vergonzoso— es en realidad una respuesta fisiológica completamente normal.
La confusión entre excitación sexual y necesidad de orinar tiene una explicación científica sencilla, pero profundamente reveladora.
Ocurre porque ambas sensaciones nacen en la misma región del cuerpo: el área pélvica.
Los nervios que controlan la vejiga, la uretra y los genitales están íntimamente conectados.
El nervio pudendo, por ejemplo, es responsable de transmitir información sensorial desde la vagina, el clítoris y también la uretra.
Es decir: el mismo “cableado” que transmite placer puede, en algunos momentos, generar señales cruzadas.
Durante la excitación, los tejidos genitales se llenan de sangre y se inflaman ligeramente.
Esto puede generar una presión en la vejiga o en la uretra que se parece mucho a la urgencia urinaria.
Pero no siempre se trata de una necesidad real de orinar. A veces, es el cuerpo preparándose para el placer.
Y si no sabemos esto, el placer se interrumpe, la mente entra en alerta, y el momento se pierde.
El problema es que pocas veces se nos habla del cuerpo femenino con esta honestidad.
Muchas mujeres crecen creyendo que su cuerpo es “raro”, que “algo anda mal” si sienten ganas de orinar en medio del sexo, o peor aún, que es motivo de vergüenza.
El silencio refuerza la desconexión. Y lo que debería ser una experiencia natural y placentera, se convierte en ansiedad.
Lo más importante es aprender a escuchar el cuerpo. Si la sensación de orinar aparece de forma insistente y no puedes concentrarte en otra cosa, ve al baño.
No hay nada menos erótico que la incomodidad física.
Pero si es una sensación difusa, ligera, que aparece justo cuando estás empezando a excitarte, tal vez lo que estás sintiendo no es urgencia… sino deseo.
Aquí entra un concepto clave: el permiso de sentir
Muchas mujeres, aún hoy, viven su sexualidad con culpa, con miedo, con el piloto automático puesto en complacer al otro.
Esa represión emocional también puede generar confusión corporal.
Si sientes que no tienes derecho a desear, es probable que tu cuerpo intente expresarlo de otras formas: tensión, ansiedad, distracción.
Incluso “ganas de orinar” como un escape inconsciente para no entregarte al placer.
Hay técnicas para reconectar con el cuerpo y diferenciar ambas sensaciones.
La respiración profunda, por ejemplo, ayuda a relajar el piso pélvico y aclarar si lo que sientes es placer o presión.
El autoconocimiento corporal a través del autoerotismo es otra herramienta clave: cuanto más explores tu cuerpo sin prisa ni juicio, más claramente podrás identificar cada sensación.
También es útil vaciar la vejiga antes de iniciar un encuentro sexual. No porque sea obligatorio, sino porque te da tranquilidad mental.
Y en el sexo, la mente tranquila es el mejor afrodisiaco.
La conexión entre placer y vejiga también tiene un lado poderoso.
Hay mujeres que, con práctica, logran experimentar orgasmos vinculados a la estimulación uretral, en zonas donde antes solo sentían incomodidad.
Esto demuestra que el cuerpo no es un mapa fijo: es un territorio en constante evolución.
Así que si alguna vez pensaste que algo estaba mal contigo por sentir esa mezcla entre ganas de hacer chichi y excitación, relájate.
Tu cuerpo no está fallando. Está hablando. Solo necesitas escucharlo sin miedo.