Cali, junio 14 de 2025. Actualizado: viernes, junio 13, 2025 23:07
Una historia de esperanza desde la comuna cuatro de Palmira
Los niños que se juegan el futuro con el fútbol
Hay lugares donde el fútbol no es solo un deporte: es una tabla de salvación, una escuela de vida, una excusa para creer en el futuro.
En la comuna cuatro de Palmira, donde los niños crecen en medio de carencias económicas, entornos vulnerables y realidades complejas, la cancha de El Loreto se ha convertido en un santuario donde cada pase, cada entrenamiento y cada gol simboliza una resistencia silenciosa a la resignación.
Hace más de una década, Fernando Gómez, líder comunitario de los barrios El Loreto, Colombia, La Carrilera y Alfonso López, empezó un trabajo social enfocado en madres cabeza de hogar.
Pero fue al observar a sus hijos correteando por las calles, sin rumbo ni guía, que entendió que había que ir más allá.
Así nació el Club Deportivo Tecom F.C., una iniciativa que no solo forma futbolistas, sino que protege infancias.
“Estos niños me han cambiado la vida. Yo empecé ayudando a las mamás, pero cuando vi a sus hijos crecer sin oportunidades, supe que tenía que hacer algo. Hoy, con más de 30 pequeños entrenando en nuestras dos categorías, 2014 y 2015, siento que estoy sembrando esperanza. El fútbol es su escudo frente al mundo. Aquí todos estudian, todos sueñan. Aquí les enseñamos que el talento y la disciplina pueden cambiar su historia”, afirma con orgullo Gómez.
Tecom F.C. no es un club cualquiera. Es una trinchera de ternura en medio del caos.
Cada niño que entra a la cancha con su uniforme —gestionado por el propio Gómez a través de su empresa— lo hace con dignidad.
Porque muchos de ellos, como José Ángel, Alan Jael Mendoza, Wendy Montaño, Dulce María o Yoiner Zapata, vienen de hogares donde un par de guayos nuevos puede ser un lujo imposible.
Y sin embargo, ahí están. Dándolo todo. Guiados por el entrenador José María Angulo Vargas, se entrenan con rigor y entusiasmo.
Participan en torneos locales y demuestran, en cada partido, que el barrio también es cuna de talento, de carácter, de sueños que se resisten a morir.
Lo que ocurre en la cancha de El Loreto es más que deporte.
Es un acto cotidiano de resistencia, un proyecto de prevención sin discursos pomposos, pero con resultados palpables.
“Yo no quiero ver a estos niños metidos en cosas malas. Quiero verlos estudiando, compitiendo, soñando con ser profesionales. Aquí en nuestra comuna ya hemos tenido campeones del ciclismo, del boxeo, del fútbol. ¿Por qué no volverlo a lograr?”, se pregunta Gómez, como quien se aferra a una fe profunda.
Tecom F.C. es también una red de contención para las familias.
Madres que antes lloraban por no saber cómo mantener a sus hijos alejados de los riesgos del entorno, hoy encuentran en el club una mano amiga, un espacio seguro, una comunidad que les recuerda que no están solas.
Palmira siempre ha sido reconocida como tierra fértil para el deporte.
Pero mientras los focos se encienden para los grandes eventos, la verdadera revolución se gesta en lugares como este: en el amor silencioso de un líder comunitario, en la perseverancia de un entrenador, en el brillo de los ojos de un niño que marca su primer gol sabiendo que alguien cree en él.
Porque cuando el deporte se convierte en destino, los niños no solo aprenden a ganar.
Aprenden a resistir. Aprenden a creer. Aprenden, sobre todo, que también tienen derecho a un futuro.