Cali, noviembre 27 de 2024. Actualizado: miércoles, noviembre 27, 2024 18:31
Encuentro con lo desconocido
Ovnis a lo largo de la historia, gran variedad de formas y tamaños
A lo largo de los siglos, los avistamientos de objetos voladores no identificados (ovnis) han capturado la imaginación popular y alimentado teorías sobre la vida extraterrestre.
Aunque el término “ovni” es relativamente moderno, el fenómeno de ver objetos extraños en el cielo ha sido documentado desde tiempos antiguos.
Sin embargo, lo que realmente fascina a los estudiosos y entusiastas del misterio es la variedad de formas y tamaños que estos objetos parecen adoptar en los informes de avistamientos.
¿Qué revelan estas características sobre el fenómeno de los ovnis?
El fenómeno de los Ovnis sigue siendo uno de los misterios más grandes de la humanidad, y la diversidad de formas y tamaños observados solo añade complejidad a su enigma.
Desde los discos voladores hasta los triángulos y cilindros, los objetos que han sido reportados a lo largo de la historia parecen desafiar las categorías convencionales de aeronaves conocidas.
¿Son estas naves de origen extraterrestre, o simplemente fenómenos atmosféricos o experimentos militares avanzados?
La respuesta sigue siendo incierta, pero la fascinación por los Ovnis continúa siendo un tema de gran interés en la cultura popular, en la ciencia y en el misterio sin resolver.
Como tal, los avistamientos de Ovnis seguirán siendo un tema de debate, y tal vez, solo el tiempo y la tecnología avanzada nos revelen la verdadera naturaleza de estos enigmáticos objetos voladores.
Carros celestes
Aunque el término ovni comenzó a popularizarse en el siglo XX, los registros de objetos en el cielo pueden rastrearse hasta las antiguas civilizaciones.
La Biblia contiene numerosas menciones de objetos celestes y fenómenos que algunos interpretan como encuentros con naves de origen extraterrestre.
Entre las menciones están la de la rueda que vio el profeta Ezequiel, o el rapto y ascenso del profeta Elías en carros de fuego.
En textos de la Roma antigua, como los escritos de Plinio el Viejo, ya se mencionan “discos de fuego” que cruzaban el cielo.
Estas primeras menciones suelen asociarse con luces en el cielo, pero también se reportan formas más definidas: discos o esferas, asociadas muchas veces a señales divinas o presagios.
A lo largo de la Edad Media y el Renacimiento, los informes sobre fenómenos celestes adquirieron tintes más míticos.
Se hablaba de “carros de fuego”, “ruedas de luz” y “lanzas luminosas” que surcaban los cielos, generalmente de noche.
Estas descripciones evocan figuras esféricas o circulares, con tamaños variables, a menudo asociadas con la magnificencia celestial.
No obstante, la interpretación de estos objetos no era necesariamente extraterrestre; se consideraban más bien mensajes divinos o milagrosos.
Siglo XX
En 1947, un acontecimiento cambiaría la percepción pública de los ovnis para siempre.
El piloto Kenneth Arnold reportó haber visto nueve objetos voladores en forma de “platos voladores” cerca de Mount Rainier, en Washington.
A partir de ese momento, los avistamientos de ovnis en forma de discos o platos se multiplicaron.
Los testigos describían objetos con forma de “platillo”, “bumerán” o “saucer”, lo que consolidó la imagen del ovni como un objeto circular y metálico que desafiaba las leyes de la física conocidas en aquel entonces.
El popular informe de Roswell en 1947, en el que se decía que un platillo volador se estrelló en Nuevo México, también contribuyó a esta visión, aunque muchas de las versiones más recientes sostienen que el objeto era un globo de observación militar, no un extraterrestre.
Desde discos a triángulos
A lo largo de las décadas, la forma clásica de disco no fue la única observada.
Los avistamientos de ovnis adquirieron una mayor variedad de formas, dependiendo de las regiones y el periodo histórico.
Durante las décadas de 1980 y 1990, muchos testigos comenzaron a reportar objetos en forma de triángulo o pirámide.
Estos objetos eran descritos como grandes, con luces en cada vértice, y con una capacidad para volar a gran velocidad o permanecer estacionarios en el aire sin hacer ruido.
Uno de los casos más famosos es el avistamiento en Phoenix, Arizona, en 1997, donde miles de personas reportaron haber visto una formación en forma de triángulo que flotaba en el cielo, con luces brillantes en sus vértices.
Este tipo de avistamiento, conocido como el “triángulo negro”, es común en relatos modernos y ha sido asociado con posibles naves de origen extraterrestre o, en algunos casos, experimentos militares secretos.
Otro patrón de avistamiento que ha emergido en tiempos recientes es el de los “cilindros” o “tubos”.
Descritos como objetos alargados, estos ovnis han sido vistos en varias ocasiones y a menudo se relacionan con fenómenos aéreos inexplicables que desafían las leyes aerodinámicas.
Estos cilindros suelen tener un color metálico o plateado y una superficie lisa.
El tamaño
El tamaño de los ovnis varía considerablemente entre los informes.
Los testimonios de los primeros avistamientos, como los de la década de 1940, a menudo describen objetos relativamente pequeños, apenas más grandes que un avión o una pelota de baloncesto.
Sin embargo, con el paso de las décadas, la tendencia ha sido hacia el aumento del tamaño de estos objetos, según lo reportado por los testigos.
Por ejemplo, en el caso de los “triángulos negros”, los testigos a menudo describen un tamaño masivo, de entre 100 y 300 metros de largo, que se desplazan lentamente y a gran altitud.
Este tamaño ha hecho que muchos se pregunten si tales objetos pueden ser naves de algún tipo de tecnología avanzada, capaz de permanecer invisibles a simple vista o de alterar el espacio aéreo sin ser detectados por radar convencional.
Además, los objetos vistos en forma de “esferas” o “bolas de fuego” a menudo varían entre pequeños y grandes.
Algunos informes indican esferas del tamaño de una pelota de baloncesto, mientras que otros describen objetos del tamaño de un avión comercial o incluso más grandes.
Estos avistamientos también tienden a tener una característica común: los objetos parecen moverse erráticamente, cambiando de dirección repentinamente y a velocidades que desafían cualquier tecnología conocida.