Cali, mayo 8 de 2025. Actualizado: miércoles, mayo 7, 2025 23:25
Abriendo la biblioteca etérica
Registros akáshicos: ¿realmente podemos acceder a la memoria del alma?
¿Y si existiera un archivo invisible donde están escritas todas las experiencias de tu alma? ¿Un lugar energético que guarda memorias de vidas pasadas, aprendizajes pendientes, heridas ancestrales y propósitos por cumplir?
Esta es la premisa central de los registros akáshicos, una herramienta cada vez más consultada en el ámbito del desarrollo espiritual y terapias holísticas.
¿Qué son los registros akáshicos?
Según las tradiciones esotéricas y algunos sistemas metafísicos, los registros akáshicos son una especie de “biblioteca etérica” que contiene toda la información del alma.
La palabra “Akasha” proviene del sánscrito y significa “éter” o “espacio”, el quinto elemento en muchas cosmovisiones antiguas.
En este campo energético se grabaría cada pensamiento, acción, emoción y experiencia de cada ser, desde su origen hasta sus múltiples encarnaciones.
“Cuando abrimos los registros, no accedemos a datos fríos, sino a sabiduría viva”, explica Laura Méndez, lectora akáshica certificada.
“Es como hablar con una parte superior de ti mismo que ha estado observando todo con amor, sin juicio”.
¿Qué tipo de información revelan?
Una lectura akáshica puede traer claridad en muchas áreas de la vida:
Vidas pasadas: entender patrones repetitivos, fobias sin causa aparente o vínculos inexplicables con ciertas personas.
Lecciones del alma: descubrir qué tipo de aprendizajes estás transitando en esta encarnación.
Bloqueos energéticos: identificar memorias emocionales no resueltas que influyen en tu presente.
Propósito de vida: reconectar con talentos olvidados o potencialidades dormidas.
Contrario a lo que muchos piensan, no se trata de adivinación, sino de un proceso de introspección asistida, guiado por preguntas abiertas y una disposición sincera a recibir.
¿Cómo se accede a los registros?
La apertura de registros suele hacerse a través de una oración sagrada o vibración energética, seguida de un estado meditativo profundo.
Puede realizarla un lector capacitado, o en algunos casos, uno mismo, si ha recibido la formación adecuada.
“La clave está en abrir el corazón y silenciar la mente. El acceso no es mental ni intelectual, sino intuitivo y espiritual”, explica Méndez.
Durante la sesión, el lector actúa como canal, transmitiendo las respuestas que llegan en forma de imágenes, palabras, sensaciones o frases simbólicas.
El mensaje siempre es entregado con una frecuencia de amor y expansión, nunca con juicio o fatalismo.
Testimonios de quienes lo han vivido
María del Pilar, una abogada caleña de 43 años, asegura que su lectura akáshica cambió la forma en que veía su vida: “Siempre repetía relaciones donde me sentía invisible. En la lectura me hablaron de un patrón de abandono que arrastraba de otras vidas, y fue muy liberador. Desde ahí, empecé a trabajar en eso desde otro lugar”.
Carlos, terapeuta corporal, también encontró respuestas: “Me mostraron que tenía una habilidad sanadora que no estaba usando. Poco después, comencé a estudiar reiki. Fue como si me recordaran quién era”.
¿Cómo prepararse para una lectura?
Antes de la sesión, es recomendable:
Hacer una lista de preguntas claras y abiertas (por ejemplo: ¿Qué debo aprender de esta situación? ¿Cuál es mi mayor bloqueo para avanzar?).
Evitar preguntas cerradas o de predicción (como “¿me voy a casar con X?”).
Meditar unos minutos antes para calmar la mente.
Abrirse a recibir, sin expectativas rígidas.
Cierre: escuchar la voz del alma
En tiempos donde la mente racional domina, los registros akáshicos nos invitan a hacer silencio para escuchar lo que nuestra alma ya sabe.
No se trata de buscar respuestas mágicas, sino de reconectar con una sabiduría que siempre ha estado dentro de nosotros.
Porque quizá, más que saber quién fuiste, lo importante es recordar quién viniste a ser.