Más allá de Miss Tanguita

Este concurso confirma que Colombia es una sociedad banal. Hay que hacer algo desde la educación.

Como si se tratara de un caso aislado, y como si este fuera un país en el que el morbo y la explotación de la belleza fueran ocasionales, Colombia entera se rasgó las vestiduras por las imágenes de Miss Tanguita, el concurso de belleza en el que niñas entre los 6 y los 10 años de edad desfilaron en bikini en Barbosa, Santander. Las imágenes difundidas a través de los medios de comunicación y las redes sociales desataron una polémica nacional.

Miss Tanguita, hay que admitirlo, no es un caso aislado, es el resultado de una construcción colectiva de la sociedad colombiana, que ha promovido prototipos llenos de antivalores que han marcado a las nuevas generaciones y que, infortunadamente, son normales para mucha gente.

Se trata de modelos que priorizan la parte estética sobre la intelectual y los valores personales. ¿Como querer que las niñas no jueguen a Miss Tanguita si es lo que se les muestra por todos lados?

Ahora bien, este desfile, en el que las niñas imitan las poses casi vulgares de las adultas, demuestra que el problema se está volviendo crónico, pues no sólo a los padres de las menores de edad que participaron en el concurso les pareció normal, sino que la Alcaldía del municipio santandereano y el propio Instituto Colombiano de Bienestar Familiar le dieron el visto bueno al evento.

Algo se debe hacer desde la educación para evitar que las nuevas generaciones tengan como modelos de vida estos prototipos que ponderan lo superfluo, le restan importancia a lo fundamental y promueven la explotación de la belleza y del cuerpo como vía para ganar aceptación y ascenso social.

opinion@diariooccidente.com.co

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