Cali, octubre 12 de 2024. Actualizado: sábado, octubre 12, 2024 02:06
Evidencia dos preocupantes realidades
Nuestra Realidad Energética
Por, Milton Fernando Montoya
Abogado Of-Counsel de Holland & Knight
La semana anterior Ecopetrol anuncio la suspensión de la oferta de gas natural para la demanda vehicular, para priorizar la atención de la demanda de generación térmica que, en esta delicada coyuntura de hidrología crítica, debe priorizarse para garantizar la generación de electricidad en el país.
Esta medida se adoptó para 13 empresas distribuidoras de gas, en aquellos contratos firmados con Ecopetrol con cláusulas de firmeza condicionada, que contempla que en especiales contingencias la estatal petrolera puede suspender el suministro al “cliente”, como en este caso sucede con la necesidad de redirigir el suministro de gas a las generadoras térmicas.
En la actualidad la generación térmica se ha incrementado aportando entre el 35% y el 40% de la energía consumida en razón a que los embalses se encuentran en un nivel inferior al 50%, cuando usualmente, en esta época del año, en una situación de hidrología habitual, se encuentran entre el 60% y el 80% de su capacidad, situación de hecho necesaria para afrontar la tradicional temporada seca de diciembre-marzo.
Sin embargo, el esperado fenómeno de la niña no ha llegado, la sequía se mantiene, los niveles de los embalses se reducen día a día y, por lo tanto, volvemos a confiar la atención de la demanda de energía a la generación térmica, aquella tan, paradójicamente, criticada por nuestras autoridades actuales.
La anterior situación descrita evidencia dos preocupantes realidades: la primera, que nuestra garantía de abastecimiento de gas es precaria, que la disponibilidad del recurso es limitada (las reservas de gas han caído un 58% desde el 2012) y que, con razón, se nos advierte desde el gestor del mercado que, para los próximos dos años, la oferta en firme no es suficiente para abastecer con solvencia la demanda.
Es decir, que Colombia se asoma, sin duda, como una de sus realidades energéticas, a la pérdida de su autosuficiencia en materia de gas.
En segundo lugar, que el sistema eléctrico colombiano ha vuelto a ser altamente vulnerable a las variaciones climáticas en caso de sequía sin haber logrado, a la fecha, una diversificación tecnológica efectiva que nos permita sustituir, con volúmenes representativos, la generación hidráulica.
Es decir, en ausencia hoy de generación renovable (eólica, solar) representativa y efectiva, a la fecha el suministro de energía sigue apoyado, en su firmeza y confiabilidad, en la generación térmica a gas y carbón.
¿Qué pasara entonces cuando los niveles de los embalses bajen de forma tal que no podamos generar con ellos y la generación térmica no sea suficiente para atender la demanda ? La respuesta es racionamiento de energía.
¿Qué pasara entonces cuando, en ausencia o limitaciones en la generación hidráulica, no tengamos los volúmenes de gas necesarios para encender esas térmicas? la respuesta es racionamiento.
Hay que ser claros. La generación eólica o solar instalada hoy en Colombia no es suficiente para atender de manera efectiva la demanda, ni siquiera en un 10%, en ausencia o restricciones a la generación hidráulica o térmica.
Y, lo peor, es que el escenario de entrada en operación efectiva de nuestros grandes “futuros” parques eólicos o solares que puedan aportar al sistema grandes volúmenes de energía es aún lejano.
Por lo tanto, no es cierto que nuestra transición energética, si se entiende como la sustitución de las tecnologías tradicionales a las no convencionales, haya avanzado como debería.
En efecto, los retrasos en la entrada en operación de los proyectos renovables por conflictos con las comunidades, por largos periodos de espera (años) para el licenciamiento ambiental, los retrasos en la entrada en operación de la infraestructura de transmisión, la ausencia de nuevos proyectos de generación en firme (térmicas o hidroeléctricas de mediana/gran escala), la prohibición de firmar nuevos contratos de exploración y producción de hidrocarburos, la precariedad institucional de la CREG por la ausencia de comisionados nombrados en propiedad que puedan atender -oportuna y ágilmente- la agenda regulatoria, la inseguridad jurídica, la ausencia de gerencia técnica, el debilitamiento de la gobernanza en el sector minero-energético, la sobrecarga tributaria en el sector, la pobre calidad regulatoria, la problemática tarifaria del sector eléctrico y los mensajes de política pública que espantan la inversión (que se necesita) explican, entre otros, esta preocupante realidad energética en la que nos encontramos.
Es urgente que nuestras autoridades entiendan que transición energética no es vulnerabilidad ni pobreza energética.
Que por encima de cualquier consideración ideológica está la garantía del suministro energético y que, lamentablemente, como lo afirma el Profesor Amylkar Acosta, estamos entrando en una tormenta perfecta que, ojalá, no termine en un racionamiento de energía, en una pérdida de autosuficiencia o en un desabastecimiento de gas que impacte a toda la población, especialmente, a los más vulnerables.