Cali, julio 1 de 2025. Actualizado: martes, julio 1, 2025 20:18
Ana Caona, cacica taína
Cada vez que nos referimos al nombre de Anacaona, estaríamos haciendo alusión a la canción que interpretó Cheo Feliciano con la composición de Tite Curet Alonso.
Sí, esa pieza musical aún se escucha en todo el mundo. Sin embargo, muchos nunca se han preguntado por qué el nombre Anacaona. Pues bien, aquí se lo contamos.
Cuenta la historia que en la isla de Quisqueya, hoy República Dominicana, vivía una mujer insoportablemente bella. Era tan atractiva que los españoles enloquecían por estar con ella.
Su nombre era Anacaona, una de las aborígenes más hermosas del mundo.
Nació en la región de Jaragua antes de la llegada de los españoles. Desde joven era considerada como una mujer muy popular e inteligente, la que se robaba las miradas en el batey.
Todo estaba en calma y marchaba bien hasta que un día, con asombro, observaron que había una cosa muy extraña, grande y con hombres raros.
Pues bien, eran los conquistadores al mando de Cristóbal Colón. Al ver tal situación, Anacaona, la cacica taína, armó un plan para enfrentar a esos extraños.
Sin embargo, la aguerrida cacica mostró cierta admiración por esa gente de porte y atuendos raros; veía en ellos unos comportamientos muy diferentes a los de su comunidad.
A pesar de esto, desde el primer momento su relación con los españoles fue hostil, ya que estos habían desembarcado en tierras del cacique Guacanagaríx, el cual hizo amistad y pacto con los españoles.
Por su parte, el marido de Anacaona, llamado Caonabo, era enemigo de este cacique.
Caonabo era el jefe del cacicazgo taíno Aragua de Maguana. Caonabo era un cacique taíno temido por sus fuertes habilidades en el combate.
A pesar de que tenía varias mujeres, la principal era Anacaona, quien representaba una gran influencia para él.
Al poco tiempo, Colón partió de nuevo a España dejando en la isla un fuerte o asentamiento con algunos guardias. Fue entonces cuando la cacica taína convenció a su esposo Caonabo para exterminar a los españoles.
Con la ayuda de otro cacique taíno llamado Bohechío, hermano mayor de Anacaona, entre los dos caciques atacaron el fuerte español, quemando todo a su paso y apilando los cadáveres uno encima del otro.
Posterior a la destrucción del Fuerte Navidad, todo cambió en La Española. Con esta osadía dejaron claro que la llegada de los españoles representaba un peligro para las tribus taínas.
Luego, Caonabo y Anacaona se retiraron a sus cacicazgos para evitar una retaliación de los caciques amigos de los extranjeros. Mientras tanto, en diciembre de 1493, Colón regresó a La Española, encontrando las ruinas del Fuerte Navidad.
Colón sospechaba que el cacique Caonabo era el responsable de tal ataque. Por eso envió a Alonso de Ojeda para capturar al cacique. Para ese propósito, Ojeda atrajo a Caonabo mediante engaños con una paz negociada, entregándole esposas de hierro, las cuales Caonabo aceptó como símbolo de poder.
Una vez esposado, fue capturado. Colón lo envió a España para ser juzgado y castigado. Sin embargo, en el trayecto, una tormenta hizo hundir el barco, donde perecieron todos.
Con Caonabo fuera de combate, la resistencia taína había perdido a uno de los aborígenes más aguerridos de La Española. La noticia corrió por todos los cacicazgos, lo que motivó a que se reunieran para enfrentar a los invasores.
Invitaron a Anacaona, pero esta se rehusó. No obstante, las tribus unidas se enfrentaron con los españoles, siendo derrotadas por la superioridad tecnológica y la estrategia de los extranjeros.
En 1502, con la llegada del gobernador Nicolás de Ovando, todo cambió drásticamente. Ovando llegó con la orden de imponer autoridad en la isla para acabar con la resistencia aborigen. Para ello fijó su atención en Anacaona.
En 1503, Ovando organizó una visita diplomática donde Anacaona, con apariencia pacífica, lo recibió. Cuando estaban en plena reunión, Ovando ordenó atacar, acusando a la cacica de conspiración.
Anacaona fue arrestada y llevada a una corte, donde la condenaron a muerte mediante el ahorcamiento.
Este es un pequeño relato de cómo los españoles llegaron a estas tierras causando dolor y muerte a los aborígenes que durante muchos años vivían en el Abya Yala, hoy continente americano.