Cali, noviembre 22 de 2025. Actualizado: sábado, noviembre 22, 2025 00:19

¿Cali es todavía “el mejor vividero que hay”?

¿Cali es todavía “el mejor vividero que hay”?

Fernando Tamayo

Mi abuelo me decía: “ Este es el mejor vividero que hay, por eso cuando llegué del Huila en 1940, decidí quedarme”.

Llegó en los 40 huyendo de la violencia partidista y fue en esta ciudad, a la que agradeció y amó hasta el día de su muerte, donde construyó su vida, su hogar y donde se sintió feliz que nacieran sus hijos y sus nietos.

Esta historia representa en gran medida la historia de nuestra casa común y creo que en esa diversidad radica nuestra esencia: miles de personas que llegaron de todas partes del país a quedarse, construir y a que nosotros, su descendencia naciéramos y viviéramos, aquí: Cali es eso, un crisol de razas, de sentires, de sabores.

Aquí nunca existió el cuarto de huéspedes como mudo pero explícito recuerdo que la hospitalidad era condicionada en el tiempo y que el visitante en algún momento debía de irse.

Pero esta condición que ha sido parte integral de nuestro ADN se ha terminado convirtiendo en un lastre y este vividero tan bueno durante tanto tiempo se ha ido deteriorando, al punto que muchas veces se siente que en Cali ya no se vive sino que se sobrevive: a nuestra ciudad siguen llegando miles de personas, desgraciadamente no todas con la mentalidad de quedarse, aportar y construir, sino cargadas de falsas expectativas que derivan en resentimiento, frustración y agresividad ante nuestra imposibilidad de dar respuesta a sus necesidades.

Por eso creo que ha llegado el momento para que de una forma seria y responsable hagamos un alto en el camino, asumamos nuestras propias limitaciones, nuestra propia realidad presupuestal y social. Solo por manejar algunas cifras para la atención a población migrante tenemos: 100 millones de pesos para el centro de atención, 450 millones de pesos para un Plan de Acción y 1.450 millones de pesos para su atención de salud en la red de baja complejidad.

En otras palabras, para una población flotante cada día creciente y en estos momentos cercana a las 60.000 personas tenemos 2.000 millones de pesos, es decir 33.000 pesos al año por persona, menos de 3.300 pesos por mes.

Asumámoslo, no hay forma para que nosotros, sin apoyo nacional o internacional, podamos enfrentar esta situación y sus consecuencias que se hacen evidentes en menor o mayor grado en todos los niveles de nuestra vida cotidiana, desde la seguridad, donde cada vez es más frecuente la participación de extranjeros en hechos ilícitos; la mendicidad que cada día va en aumento, la ocupación de zonas verdes y el efecto en la empleabilidad, porque desgraciadamente es evidente el perverso e inhumano oportunismo de empleadores que ven en esta población posibilidades de mano de obra barata y sin compromisos.

Lo peor es que cada día que dejamos pasar, cada día en que cómoda e impasiblemente nos acostumbramos a ver esta situación como parte del paisaje, esta se complejiza aún más; uno puede evadir mirar la realidad y sus consecuencias, pero tarde o temprano esta se termina metiendo a nuestras casas.

Llegado a este punto no sé qué es peor: la decisión de ignorar o la de justificar el no hacer nada esbozando posiciones melodramáticas con un falso sentido de humanidad que en últimas termina afectándonos a todos, pero en particular a los que llegan buscando dignificación y terminan engrosando los cinturones de miseria.

Por eso insisto, Cali por su situación geográfica, que si bien no es limítrofe, sí se encuentra a medio camino de todo, su precaria condición presupuestal, sus índices de violencia, incluido ser el paso de armas y drogas, debe tener un trato especial por parte del Gobierno Nacional, pero es necesaria una interlocución respetuosa pero vehemente con Bogotá y para eso es vital que este tema esté priorizado dentro de la agenda distrital.

Por otro lado es importante desde ahora estar preparados para cuando se cumpla el año de plazo que dio el Presidente Duque para afiliarse al registro único de migrantes que se encuentran en el país, pasada esa fecha resultará evidente quiénes están en condiciones y desean incorporarse a la vida en nuestra ciudad con las oportunidades, pero también con las responsabilidades que esto conlleva y quiénes no deben permanecer acá.

Las ciudades como seres vivos son dinámicos: nacen, se desarrollan y mueren; Cali en estos momentos se encuentra en un punto de inflexión y de las decisiones que se tomen ahora dependerá en gran medida nuestra propia supervivencia y desarrollo como sociedad.

Por eso es necesario pasar de la retórica y el sobrediagnóstico al hacer, es necesaria la priorización y planificación de temas en el entendimiento que con las decisiones correctas podemos retomar nuestro camino extraviado y volver a ser “el mejor vividero que hay”.

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lunes 26 de abril, 2021
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