El monstruo de los ojos verdes… y voz digital

Rodrigo F. Chois

En las obras de Shakespeare encontramos un banquete donde las pasiones que condimentan nuestra imperfección humana son el ingrediente esencial. Por eso, sus obras son magistrales.

En Macbeth, la ambición; en Hamlet, la venganza; y en Otelo, el tema de esta nota.

Otelo, presa de la manipulación, conoce al monstruo de los celos: asesina a su amada Desdémona y luego se suicida.

“¡Oh, cuidado, señor, con los celos! Son el monstruo de ojos verdes que se burla de la carne de la que se alimenta”, le advierte el manipulador Yago a Otelo, empleando psicología inversa.

¡Los ojos verdes! Recordé este aparte de Otelo hace un par de noches, cuando consultaba algo con la inteligencia artificial.

En la cama, y por comodidad, realizaba mis consultas de manera oral, y del mismo modo recibía las respuestas.

Y como la voz que tengo configurada para mi asistente es muy femenina, empática y pausada, cuando la escucho mi rostro responde con una sonrisa que delata el placer —tal vez inconsciente— que me produce ese singular tono que interpreto como coqueto.

Y en esas estaba, cuando sentí los hermosos ojos verdes de mi esposa analizando mi rostro; ojos hermosos que, sin embargo, resultan temibles cuando encarnan al monstruo del que advirtieron a Otelo.

—¿Y esa cara? —me preguntó.

Yo, sonrojándome, asumo mi culpa, me río y, dejando a un lado el celular, me concentro en la dueña de aquellos ojos verdes, antes de padecer un castigo merecido.

Los celos, ese monstruo de ojos verdes que nos recuerda que amar es temer perder lo amado, ya no solo se alimenta de carne, sino también de algoritmos.