Cali, enero 3 de 2025. Actualizado: jueves, enero 2, 2025 21:15

Miguel Yusty

Petro: del populismo de la paz al populismo de la guerra

Miguel Yusty

Definitivamente y a diferencia del siglo XIX y parte del XX el fantasma que recorría el mundo era el fantasma del comunismo.

En este siglo XXI sigue habiendo fantasmas y uno de ellos preocupa sobre manera porque demuestra una potencia insospechada para liquidar la democracia liberal.

Es el fantasma del populismo, que como el monstruo del doctor Jeckely, tiene dos caras, pues unas veces es de derecha y otras gira hacia la izquierda.

El populismo, según sean las condiciones objetivas, tanto políticas como económicas, escoge un instrumento para quedarse con la iniciativa y de esa manera, aprovechando el garantismo liberal, accede al poder mediante la creación del caos e invocando el mito fundacional que no es otra cosa que adjudicarse de primera mano la fundación de un nuevo orden social.

Este mecanismo lo inventaron los romanos e instrumentalizaron los franceses cuando establecieron el principio de la guerra total para responder a la invasión de la llamada “Santa Alianza” que a nombre del resto de monarquías europeas decidió invadir París.

Ya entrado el siglo XX, este mismo principio le sirvió a Lenin para derrotar a la aristocracia Zarista.

El populismo de la guerra y de la paz hizo camino y hoy día tiene tanta actualidad como en lo albores del siglo pasado.

Si en el siglo XVIII su fachada era “la guerra total”, en la actualidad y pasando a nuestro país, el escenario escogido por el presidente Petro es el de la “paz total”.

El país creyó emocionado que íbamos a solucionar el símbolo de nuestra vida, es decir, la finalización de la guerra.

Lo cierto es que la guerra no ha terminado si no que se ha multiplicado y como un leviatán y bajo el disfraz de la conciliación, hace presencia en el 30% del territorio nacional, pues el presidente Petro le ha dado curso a un proceso de negociación donde los poderes de los ejércitos armados del narcotráfico ejercen control territorial en más de 400 municipios.

Este mecanismo ha generado que empiecen a tener razón quienes ven con temor el aparecimiento de un mapa en el que la soberanía interna de Colombia se fragiliza y pues ya ha desaparecido en muchas localidades, dando lugar a plantear que vamos rápidamente hacia una balcanización.

Este proceso se evidencia en el Cauca, en Buenaventura, en los Santanderes, en gran parte de los Llanos Orientales, en el Chocó y en las ciudades los gobiernos criminales fácilmente ponen en jaque a las administraciones locales, como sucedió en el mal llamado “estallido social”.

El presidente, con el expediente de negociar indiscriminadamente con los distintos grupos de la economía del narcotráfico y de la ilegalidad y con el discurso populista de la paz está fragmentando la unidad nacional.

La paz total, que no ha respetado los límites del poder del estado, se va convirtiendo el camino ideal para que después de estos 2 primeros años de gobierno en los que los ejércitos del narcotráfico han violado los ceses al fuego, permiten crear las condiciones políticas para que en el 2026 la inseguridad marque la coyuntura propiciando la oportunidad, al establecimiento petrista, de pasar tranquilamente a la guerra total, pues el mismo Petro orquestó el caos que baña de sangre la nación, para así tener la iniciativa política de declararles la guerra a los grupos beneficiados por las negociaciones, pero ya debidamente ubicados por la inteligencia del estado.

Las banderas de la lucha contra la inseguridad serán tomadas por quien hizo del país un lugar más peligroso y con ellas montará el Pacto Histórico o el partido que esa alianza decida crear, desafiando a los candidatos opositores a quienes no les quedará de otra que hablarle al país del fracaso de la paz total.

Se equivocan todos aquellos que creen que el populismo es un mecanismo pasajero.

Este hace presencia en todos los perfiles de la administración actual, pues sus mal llamadas reformas sociales apuntan, con el argumento del cambio social, a llenar los bolsillos de los desfavorecidos con subsidios o limosnas, para comprar voluntades, tal como aconteció en Argentina y que hoy tiene en la ruina a Cuba y a Venezuela.

En estas condiciones nuestros partidos, defensores de la democracia liberal, deben matricularse en la consigna de la recuperación y establecimiento de una política contra la disolución del país.

Esto fue precisamente lo que argumenté en la entrevista que me hiciera Noticias Caracol el viernes pasado.

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miércoles 13 de noviembre, 2024
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