Cali, julio 14 de 2025. Actualizado: domingo, julio 13, 2025 21:31

Porque un día los hijos ya no piden permiso

Cuando los hijos crecen… y los padres no saben cómo soltarlos

Cuando los hijos crecen… y los padres no saben cómo soltarlos
Foto: Pexels
lunes 14 de julio, 2025

Hay un momento silencioso, casi invisible, que ocurre en toda familia: ese instante en el que los hijos ya no son niños, pero los padres aún no saben cómo dejar de tratarlos como tales.

No se celebra con fiesta ni se marca en el calendario. Pero llega.

Y cuando llega, duele más de lo que se dice. Porque crecer es natural. Pero dejar crecer… es un duelo.

Durante años, la vida de los padres gira en torno a sus hijos: proteger, guiar, enseñar, cuidar, repetir mil veces “llévate el abrigo”, “haz la tarea”, “dime cuando llegues”.

Pero un día, sin previo aviso, los hijos ya no piden permiso. Piden espacio.

Y los padres, aunque orgullosos, se quedan con las manos llenas de silencios.

El nuevo vínculo

No se trata de que los hijos se alejen por egoísmo. Se trata de una etapa inevitable: necesitan equivocarse, decidir, rebelarse y alejarse para encontrarse. Y eso implica redefinir el vínculo con sus padres.

Ya no se trata de obedecer, sino de dialogar.

Ya no se trata de enseñar, sino de acompañar.

Ya no se trata de imponer, sino de confiar.

Muchos padres no saben cómo hacerlo. Y eso es natural.

Porque nadie los preparó para el momento en que su hijo se convertía en un adulto con ideas propias, decisiones que no comparten y caminos que no entienden.

A veces sienten que pierden autoridad. O que ya no son necesarios.

Pero lo cierto es que siguen siendo fundamentales, solo que desde otro lugar.

El duelo silencioso

Cuando un hijo se vuelve independiente, los padres también tienen que transformarse.

Y eso implica atravesar un duelo emocional:

Duelo por el niño que ya no vuelve corriendo a contar cada cosa.

Duelo por las rutinas compartidas que ya no existen.

Duelo por el control, por la cercanía, por el rol de “cuidador”.

Duelo por esa etapa de la vida que no regresa.

Y como todo duelo, necesita ser nombrado, sentido y respetado.

Porque si no, se transforma en sobreprotección, reclamos, manipulación emocional o culpa. Y eso solo genera distancia.

Cómo acompañar sin invadir

Acepta que ya no decides por ellos. Puedes aconsejar, pero no controlar.

Valida tus emociones. Es normal sentir tristeza o miedo. No te juzgues por ello.

Redescubre tu identidad. Eres más que “papá” o “mamá”. Retoma tus sueños, tus pasiones, tu individualidad.

Crea un nuevo vínculo. Más horizontal, basado en la escucha, el respeto mutuo y el amor sin condiciones.

Celebra su autonomía. Aunque duela, significa que hiciste bien tu labor: criaste a alguien capaz de volar.

Para los hijos que también sienten

Este proceso no es fácil para ustedes tampoco.

A veces se sienten culpables por alejarse, por discutir, por no responder siempre.

Pero es parte del crecimiento. Solo recuerden: la libertad no implica romper el lazo, sino transformarlo.

Sean pacientes. Sean empáticos. Sean claros.

Y sobre todo: digan “gracias” más seguido.

Digan “te amo” sin tener que volver a casa. Eso también nutre.

Lo que permanece

Los hijos crecen. Cambian. Se transforman. Pero hay algo que no cambia: el amor que los vio nacer.

Ese sigue ahí. Solo necesita aprender a bailar al ritmo nuevo.

Soltar no es perder. Es permitir que lo sembrado florezca.

Y a veces, cuando menos lo esperas, tu hijo vuelve. No porque te necesite… sino porque elige estar cerca.

Y en ese momento, todo encuentra su lugar.


Cuando los hijos crecen… y los padres no saben cómo soltarlos

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