Cali, agosto 9 de 2025. Actualizado: sábado, agosto 9, 2025 10:24
Según estimaciones de la OMS que prenden la alerta global
Pie diabético afectará a más del 19% de los adultos con diabetes
En el mundo viven más de 800 millones de personas con diabetes, y para muchas de ellas, la enfermedad no solo representa un reto de por vida, sino también el riesgo de enfrentar complicaciones invisibles pero devastadoras.
Una de las más graves es el pie diabético, una condición que no solo causa dolor y pérdida de movilidad, sino que puede derivar en infecciones severas o incluso amputaciones.
Se estima que entre el 19% y el 34% de los pacientes con diabetes desarrollarán una úlcera en el pie durante su vida, con una incidencia promedio global del 6,3%, especialmente en personas mayores, con diabetes tipo 2 o con un historial prolongado de la enfermedad (OMS; Frontiers in Endocrinology).
El mayor problema es su recurrencia. Aunque muchas de estas úlceras cierran con tratamiento, el 40% vuelve a aparecer en el primer año, y el 60% en los tres años siguientes (Armstrong et al., NEJM).
Esta situación genera un círculo vicioso que pone en riesgo permanente al paciente. Según la OMS, para 2030 más del 19% de los adultos en el mundo podría verse afectado por esta complicación (WHO).
Más allá de la herida: amputaciones, discapacidad y costos millonarios
El pie diabético no es solo una herida: es una amenaza para la calidad de vida. Se calcula que el 88% de las amputaciones de miembros inferiores están relacionadas con esta condición, lo que implica pérdida de movilidad, autonomía y un deterioro físico y emocional profundo (Frontiers in Endocrinology).
Además, el impacto económico es enorme: el tratamiento y sus complicaciones representan cerca de 10.9 billones de dólares al año en el mundo (PubMed Central).
Pese a ello, los tratamientos convencionales como curaciones, apósitos y control de azúcar no siempre logran los resultados esperados.
Solo el 24% de los pacientes se cura completamente tras 12 semanas de tratamiento, y ese porcentaje solo sube al 31% después de 20 semanas (Frontiers in Endocrinology).
Frente a este panorama, han surgido nuevas alternativas orientadas a acelerar la recuperación y evitar que una herida aparentemente simple derive en una amputación.
El Dr. Felipe Vargas, Clinical Specialist Senior en Solventum, recomienda implementar las siguientes prácticas:
- Aplicar Terapia de Presión Negativa (TPN) en úlceras con alto riesgo de infección o cicatrización lenta
La terapia de presión negativa ayuda a reducir la carga bacteriana, controlar el exudado y estimular la cicatrización.
Es especialmente eficaz en úlceras que no responden bien a tratamientos convencionales o presentan riesgo elevado.
- Usar TPN como apoyo postquirúrgico y adaptarla al perfil del paciente
Tras procedimientos como desbridamientos o amputaciones parciales, la TPN favorece el cierre de la herida y reduce complicaciones.
La terapia debe personalizarse según el tipo de herida, el estado circulatorio, el control glucémico y la movilidad del paciente.
- Incorporar apósitos avanzados según el nivel de humedad y riesgo de infección
El uso de apósitos adecuados permite mantener un entorno óptimo para la cicatrización y prevenir infecciones.
- Facilitar el tratamiento ambulatorio con dispositivos portátiles
Para pacientes que continúan su recuperación en casa, se recomienda el uso de dispositivos de un solo uso, silenciosos y portátiles, que permiten seguir cuidando la herida sin hospitalización constante.
Un desafío regional que requiere acción local
En América del Sur y Centroamérica, más de 48 millones de personas viven con diabetes, una cifra en aumento que eleva directamente el riesgo de desarrollar úlceras en el pie y otras complicaciones graves (IDF Diabetes Atlas).
En algunos países de la región, la prevalencia de pie diabético en personas con diabetes tipo 2 supera el 10%, por encima del promedio global (IntechOpen).
Además, muchos casos se detectan tarde o no reciben seguimiento continuo, lo que eleva el riesgo de amputación.
De hecho, los índices de amputación en la región pueden ser hasta un 30% más altos que en zonas con mejor acceso a atención médica oportuna y terapias especializadas (IntechOpen).
Por esto, hoy más que nunca, prevenir es un acto de responsabilidad colectiva.
Promover el diagnóstico oportuno, fortalecer los protocolos clínicos y facilitar el acceso a soluciones terapéuticas eficaces es clave para enfrentar una complicación que, aunque prevenible, aún cobra un alto precio en vidas, bienestar y recursos.