Cali, octubre 16 de 2025. Actualizado: miércoles, octubre 15, 2025 23:39

El lado oculto de una decisión histórica

¿Por qué no volvimos a la Luna?

¿Por qué no volvimos a la Luna?
Foto: IA
jueves 16 de octubre, 2025

Han pasado más de cinco décadas desde que los humanos pisaron la Luna por última vez, y la pregunta sigue orbitando como un misterio: ¿por qué nunca regresamos?

Después del histórico Apolo 11 en 1969 y las misiones que siguieron hasta el Apolo 17 en 1972, el proyecto lunar pareció apagarse abruptamente.

Las respuestas, sin embargo, combinan política, economía, tecnología y una dosis de desencanto colectivo.

El programa Apolo fue una carrera contra el tiempo y contra la Unión Soviética. En plena Guerra Fría, llegar primero a la Luna era una demostración de poder ideológico y tecnológico.

Una vez logrado el objetivo, la motivación cambió: el público perdió interés y los costos resultaron exorbitantes.

Cada misión lunar costaba miles de millones de dólares, en una época marcada por la guerra de Vietnam y tensiones internas en Estados Unidos. En 1970, el presupuesto de la NASA sufrió recortes drásticos y el Congreso decidió priorizar proyectos más prácticos, como los transbordadores espaciales.

Otro factor fue el riesgo. Las misiones Apolo enfrentaron varios accidentes graves, incluido el incendio del Apolo 1, que mató a tres astronautas.

A medida que se conocían los peligros, el entusiasmo político disminuía. La Luna ya no era una promesa de futuro, sino un terreno conquistado.

La ciencia había obtenido lo que necesitaba: muestras geológicas, datos sobre radiación, y pruebas de que la vida no era posible allí. Volver parecía redundante.

Durante décadas, la Nasa enfocó sus esfuerzos en la órbita baja terrestre y en la construcción de la Estación Espacial Internacional.

El interés lunar resurgió tímidamente con el siglo XXI, pero ya no con la misma épica. Las prioridades se habían desplazado hacia Marte, la exploración de asteroides y la búsqueda de vida en otros planetas.

En cambio, la Luna pasó a considerarse un laboratorio, no un destino.

Nuevas misiones

No obstante, el sueño nunca murió del todo. China, India y Japón han desarrollado misiones robóticas que estudian la superficie lunar.

Y en los últimos años, el programa Artemis de la Nasa pretende volver a llevar humanos, esta vez para establecer una base permanente.

Sin embargo, la complejidad técnica y el costo siguen siendo enormes: transportar recursos, garantizar la supervivencia prolongada y enfrentar la radiación solar son desafíos que aún no tienen solución definitiva.

Hay además un componente simbólico. La primera llegada a la Luna representó el punto culminante de una era: la humanidad probando que podía trascender sus límites.

Volver, en cambio, ya no tiene el mismo peso cultural. Sería más una misión científica o de minería espacial que un acto poético.

Y quizás por eso, mientras los telescopios miran cada vez más lejos, la Luna ha quedado como una reliquia de nuestros primeros pasos.

Aun así, algo está cambiando. Los nuevos planes espaciales hablan de usar la Luna como estación intermedia para futuras misiones a Marte, con laboratorios automatizados y energía proveniente de su superficie.

La carrera ya no es entre potencias políticas, sino entre agencias estatales y empresas privadas. La Luna vuelve a despertar interés, pero con un lenguaje distinto: no el del orgullo nacional, sino el de la sostenibilidad tecnológica.

Quizá no volvimos porque no supimos para qué hacerlo. Pero ahora que la humanidad busca habitar otros mundos, la Luna vuelve a brillar en el horizonte, no como trofeo, sino como trampolín.

El siguiente paso podría ser el más audaz: no solo volver a la Luna, sino quedarnos allí.

Este artículo fue elaborado por un periodista del Diario Occidente usando herramientas de inteligencia artificial.


¿Por qué no volvimos a la Luna?

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