Cali, agosto 24 de 2025. Actualizado: sábado, agosto 23, 2025 10:14

Por qué dormimos menos en la era digital

¿Qué es el insomnio social?

¿Qué es el insomnio social?
Foto: IA
domingo 24 de agosto, 2025

Dormir es uno de los actos más simples y vitales de la vida, pero en el siglo XXI se ha vuelto un lujo. Nunca en la historia habíamos tenido tanta información sobre la importancia del sueño, y nunca habíamos dormido tan poco.

El fenómeno no se limita a los trastornos clínicos como el insomnio crónico, sino que responde a un nuevo contexto: lo que los investigadores llaman insomnio social, una condición creada por las exigencias de la vida moderna, la economía 24/7 y la hiperconexión digital.

Una epidemia silenciosa

La Organización Mundial de la Salud estima que más del 40% de la población mundial duerme menos de lo recomendado. En América Latina, los estudios muestran que la media de horas de sueño ha caído casi una hora en las últimas dos décadas.

No se trata de una decisión consciente, sino de una consecuencia de cómo hemos organizado nuestras vidas: jornadas laborales extensas, exceso de pantallas, notificaciones constantes y la idea de que dormir es “perder el tiempo”.

El problema no es menor: la falta de sueño está relacionada con obesidad, enfermedades cardiovasculares, depresión, ansiedad y un sistema inmune debilitado.

Además, tiene un costo económico: se calcula que la pérdida de productividad por falta de descanso cuesta miles de millones de dólares al año a nivel global.

La tiranía de las pantallas

Uno de los principales culpables del insomnio social es la luz azul que emiten los dispositivos electrónicos. Esta luz engaña al cerebro haciéndole creer que aún es de día, retrasando la liberación de melatonina, la hormona que induce el sueño.

Revisar el celular en la cama, ver series hasta tarde o trabajar en la computadora por la noche alteran nuestros ritmos circadianos.

El problema es que no solo se trata de luz. El flujo constante de información y estímulos activa nuestro sistema de alerta, haciendo difícil “apagar” la mente.

En otras palabras, no solo nos mantenemos despiertos físicamente, sino también psicológicamente hiperestimulados.

La economía 24/7 y la cultura del rendimiento

En la sociedad contemporánea, la productividad se ha convertido en un valor supremo. El trabajo remoto, los horarios flexibles y la globalización han desdibujado las fronteras entre el tiempo laboral y el personal.

En muchos sectores, se espera disponibilidad constante: responder un correo a medianoche o atender una reunión de madrugada con colegas de otra zona horaria.

Esta presión se combina con una cultura que glorifica el “dormir poco”. Frases como “ya dormiré cuando muera” o “el éxito no espera” refuerzan la idea de que descansar es pereza.

Así, el insomnio deja de ser un problema médico individual y se convierte en un fenómeno colectivo moldeado por expectativas sociales.

Redes sociales y comparación constante

Las redes sociales también aportan su cuota. El “scroll” infinito antes de dormir es un ritual moderno que roba horas de sueño sin darnos cuenta.

Además, la exposición a la vida aparentemente perfecta de otros genera ansiedad y dificulta el descanso. La cama, que debería ser un espacio de calma, se convierte en una extensión del mundo laboral, social y digital.

Consecuencias invisibles

Dormir menos de 7 horas de manera crónica tiene efectos devastadores:

  • Déficit cognitivo: problemas de memoria, concentración y aprendizaje.
  • Emociones alteradas: mayor irritabilidad y riesgo de depresión.
  • Riesgo físico: aumento de la presión arterial, alteración de la glucosa y predisposición a enfermedades cardíacas.
  • Seguridad: conducir con sueño es tan peligroso como conducir ebrio.

Pero quizás la consecuencia más alarmante sea la erosión del bienestar subjetivo. Sin descanso, la vida se siente más pesada, menos placentera y más difícil de disfrutar.

Cómo recuperar la noche

Combatir el insomnio social requiere cambios individuales y colectivos:

  • Higiene del sueño: establecer horarios regulares, evitar pantallas al menos una hora antes de dormir y mantener la habitación oscura y fresca.
  • Digital detox nocturno: dejar el celular fuera del dormitorio y reemplazarlo por un libro o música relajante.
  • Revalorizar el descanso: entender que dormir no es tiempo perdido, sino inversión en salud, productividad y bienestar.
  • Políticas públicas y laborales: fomentar jornadas más equilibradas, limitar reuniones nocturnas y promover horarios flexibles que respeten los ritmos biológicos.

Un acto de resistencia

Dormir bien, en una sociedad que nos exige estar disponibles las 24 horas, puede ser un acto de resistencia. Significa poner límites, priorizar el bienestar sobre la productividad y recordar que el cuerpo tiene sus propias leyes, más antiguas y sabias que cualquier notificación.

El insomnio social nos recuerda que el descanso no es solo un derecho biológico, sino también un derecho cultural y político.

Recuperar la noche, entonces, no es solo un desafío personal: es un movimiento colectivo hacia una vida más humana.

*Este artículo es elaborado por un periodista del Diario Occidente con asistencia de la inteligencia artificial.


¿Qué es el insomnio social?

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